Fiesta de la Exaltación de la Santísima Cruz


Se celebra el día de la exaltación de la Santísima Cruz, día grande de la tradición de "La Vez" en Santo Toribio
Como es costumbre los cofrades encargados de llevar el palio, las velas y el estandarte, se encuentran esperando en la entrada del monasterio, con el distintivo de la cruz con el lazo verde, para comenzar la procesión y con el recuerdo habituales de este día que nos han dejado. En la iglesia y alrededores, se concentran este año un número muy grande de fieles.
A las doce se inicia la procesión. El Señor Obispo lleva la Santísima Cruz bajo palio, precedida por el estandarte de la cofradía y los sacerdotes que asisten a la eucaristía. La pequeña procesión lleva la Santísima Cruz desde el pórtico a la iglesia
A continuación se inicia la eucaristía que cuenta con la presencia de la junta directiva de la Cofradía de la Santísima Cruz, los alcaldes de los municipios de Liébana, la consejera de presidencia y justicia del gobierno de Cantabria. Asisten los frailes franciscanos con el padre Óscar de maestro de ceremonias, y el padre Juan Ignacio Larrea, que no ha parado de cantar con su potente voz, junto a su responsable provincial, los sacerdotes lebaniegos, y otros sacerdotes de la diócesis
La primera lectura (Nm 21) recuerda otro acto de redención del pecado, gracias a la misericordia de Dios, la curación de los israelitas al mirar la serpiente de bronce. La segunda lectura (Flp 2, 6-11) recuerda que Jesús renunció su condición divina, para morir en la Cruz y por ello ha sido ensalzado y es el "Nombre sobre todo Nombre" . El padre Juan Mari, ministro provincial, leyó el evangelio del día (Juan 3,13-17) en el cual Jesús le dice a Nicodemo que Dios mandó al mundo a su Hijo para que salve al mundo.
En la homilía, Don Manuel destaca que la cruz tiene dos celebraciones, una celebrando la pasión en Viernes Santo y la otra, este día de la Exaltación de la Santísima Cruz, destacando que segun palabras de San Juan de la Cruz, que dice que para seguir a Jesús hay que pasar por la puerta estrecha. Nuestro obispo termina con este clásico soneto anónimo No me mueve, mi Dios, para quererte
el Cielo que me tienes prometido
ni me mueve el Infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor. Múeveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas, y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que, aunque no hubiera Cielo, yo te amara,
y, aunque no hubiera Infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Como cada celebración de la Santísima Cruz las cofrades encargadas, se acercan al altar con los cirios durante la consagración
Tras la comunión, la bendición, para terminar con la adoración de la Santísima Cruz