El sábado día 7 de febrero un cartel cuelga en la fachada de la iglesia de Potes que me llama la atención: “TIENDA DE COMERCIO JUSTO”. Me pica la curiosidad y entro a ver que se guisaba. Recibo una primera muy buena impresión: el local adornado haciendo todo alusión al comercio justo, productos muy bien presentados, todo con orden y armonía. Había gente interesada en comprar y unas mujeres voluntarias atendían todo aquello.

   Una de ellas me atiende amablemente y me entero de que todos los productos que hay allí han sido producidos en el tercer mundo por cooperativas y grupos de nativos. Los productos llegan a España a través de Manos Unidas y otras Organizaciones No Gubernamentales, y hay el compromiso de que todas las ganancias vuelven a las personas que lo cultivaron.

   Había productos muy variados: chocolates, cafés, mermeladas, arroz, azúcar moreno,… productos textiles; conservas… Y todo a unos precios muy razonables.

   Pregunto: Todo esto ¿por qué? y ¿para qué?. La señora amablemente me responde: ¿“no ha oído nunca aquello de que al pobre no le des un pez, enséñale a pescar?” Sí, pero… Pues mira, esta es nuestra aportación para que esas personas puedan vender lo que producen, tengan así un jornal digno y puedan llegar a tener una vida más humana y también con ello ir progresando esos países.

   Tengo que reconocer que la idea es genial y muy bien desarrollada; hay un mural que han pintado los pequeños de la catequesis, cada uno expresa con su dibujo lo que cree que más necesitan esos niños pobres. ¿Y los mayores? Están colaborando con tanto entusiasmo que ese mismo fin de semana apenas quedaron productos sin vender.

   Tengo curiosidad por saber, y dar a conocer, ¿Cuánto se vendió? ¿Cuánto se ha recaudado? Y me dicen los organizadores que 

   Un deseo: que veamos instalada en más ocasiones esta TIENDA DE COMERCIO JUSTO.