Ni el granizo, ni el frío, ni la nieve pudieron ayer con la 
tradición centenaria de trasladar en andas procesionales a la pequeña imagen de 
La Santuca, patrona de Liébana, desde la iglesia parroquial de Aniezo, hasta su 
ermita en las faldas de Peña Sagra, a 1.337 metros de altitud. Se cumplió así el 
ciclo anual de traslado de la imagen, recorriendo la comarca lebaniega. 
Ayer fue un día especialmente complicado para los devotos 
lebaniegos. Hacía más de viente años, según explicaban los lugareños, que la 
subida de la Virgen hasta la ermita no resultaba tan complicada. Nadie esperaba 
un cuatro de mayo con nieve hasta la rodilla y una ventisca de las de primeros 
de enero. Pero lo primero es lo primero y la Virgen volvió a casa según lo 
previsto. 
El día 24 de abril se inició el ciclo con la bajada de la Virgen en 
andas, desde la ermita hasta la pequeña ermita de Somaniezo, para ser trasladada 
en procesión al día siguiente, hasta la iglesia parroquial de Aniezo, donde tuvo 
lugar la novena en su honor. El pasado domingo, 2 de mayo, la pequeña imagen de 
alabastro, recorrió el trayecto que separa la localidad de Aniezo del monasterio 
de Santo Toribio, 26 kilómetros, ida y vuelta, acompañada por centenares de 
devotos, y portada en andas churriguerescas construidas en el año 1702, 
realizando un recorrido del que se tienen noticias desde el siglo XV. 
Ayer, martes, tuvo lugar una misa a las 16.00 horas, en la iglesia 
parroquial de Aniezo, así como la conclusión de la novena. Ofició la ceremonia 
por el párroco, Elías Hoyal. A las 16.45 horas, la Virgen de la Luz comenzó la 
dura ascensión a su ermita de Peña Sagra, portada en andas por los fieles 
devotos, pasando por el barrio de Somaniezo, donde fue despedida por muchas 
personas, principalmente, ancianos, con la emoción en sus rostros. Desde 
Somaniezo, la subida a la ermita fue lenta, con fuerte granizo, realizando 
paradas durante el recorrido. Alrededor de cien personas acompañaron a La 
Santuca. Pronto hizo su aparición la nieve, que cubría todo el entorno. 
A las 19.00 horas la procesión llegó a la ermita, donde había entre 
70 y 80 centímetros de nieve, llevando a la imagen hasta el altar mayor, donde 
los devotos cantaron la Salve, besaron la medalla, y cogieron de las andas las 
cerezas y flores que pendían de ellas, como recuerdo de una de las más bellas 
tradiciones que se conservan en Liébana. Mucho comentaron que hacía más de 
veinte años que no se realizaba el camino con ese frio y esa 
nieve.
Noticia original en el Diario Montañes.
http://www.eldiariomontanes.es/v/20100505/region/otras-noticias/nieve-hasta-rodillas-20100505.html
